jueves, 21 de febrero de 2008

Critica: Petroleo Sangriento

Que dificil es hablar de este film en caliente. Es que como en toda obra de P.T Anderson, los significados, los simbolismos no solo dentro de cada personaje sino en cada plano, en cada secuencia, hacen que uno deba obligadamente ver sus films mas de una vez para terminar de entender hacia donde quiere ir realmente el director con sus films.

Desde el comienzo vemos como Anderson es un verdadero virtuoso de la camara. Sin un solo dialogo, ya sabemos lo que tenemos que saber sobre el protagonista Daniel Plainview, interpretado por Daniel Day Lewis con una ferocidad y un fervor tal que hace que hasta el propio film quede opacado ante su sola presencia. Es facil decir que Plainview representa a cierto costado de los EEUU, el del Capitalista que solo piensa en el bien material y que es capaz de todo para llegar a su objetivo de hacerse rico y alejarse del resto de los seres humanos, pero hay algo mas. A medida que avanza el film vemos como Plainview se va desafectando cada vez mas de lo humano, y es solo su afan por la competencia lo que lo mantiene vivo, lo que justifica su existencia en el mundo. Es clave una escena en un restaurant, y la forma en que el protagonista ataca a un empresario que previamente queria comprarle los terrenos que el habia encontrado; Alli Plainview le señala a su "hijo" H.W, mostrandolo como un material mas, como un objeto que solo sirve para su bien mayor. Plainview ya consiguio lo que queria, pero no puede vivir sin competir, sin humillar a quien tenga enfrente suyo.

Mi problema en el film reside hacia el final, cuando el duelo de Plainview con el Predicador Eli Sunday (un Paul Dano brillante) praticamente toma aristas provenientes de la tragedia griega y el teatro. Ahi es cuando creo que la actuacion de Day Lewis se ponen por encima de la direccion de Anderson, logrando empañar el verdadero significado que el director busca conseguir en ese momento. Igual hay muchas lecturas que pueden hacerse de ese final, ya sean religiosas, tragicas u operisticas, pero que al principio quedan relegadas a un segundo plano ante semejante actuacion de Day Lewis.

Un parrafo aparte merece la musica del guitarrista de Radiohead Johnny Greenwood. Sus acordes casi atonales se convierten no solo en parte natural del film, sino tambien en una extencion de la megalomania y la ambicion del protagonista.

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